UNA MAÑANA ENTRE PERDICERAS

Águila perdicera (Aquila fasciata), adulto en vuelo.


8.06.09

Se que no es muy científico atribuir sentimientos humanos a los animales pero es la mejor manera que encuentro para describir el comportamiento de algunas especies cuando tengo el placer de observarlas reposadamente. El domingo día 7 tuve una de esas oportunidades, me dirigí a compartir unas horas con una familia de águilas perdiceras (Aquila fasciata) en Requena. Ya sabía por Rafa Arroyo y por Daniel Domingo que, como casi todos los años, tenían dos pollos muy crecidos que debían revolotear por los alrededores del nido y pensé que sería un buen momento para, apostado a distancia y con la ayuda del catalejo, espiar sus últimos momentos en familia antes de que emprendan su emancipación.


¡No me equivoqué! al llegar a las 7.30h después de un largo recorrido por pistas forestales oí a los pollos que ya no estaban en el nido, no tardé en localizarlos, uno sobre un pino y otro en lo alto del cantil. Hacían unos frescos 9ºC que con la brisa conseguian que sintiera frío, con razón dicen que hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo, en mi caso añoré el polar.


Águila perdicera (Aquila fasciata), juvenil en vuelo


Muchos sabéis que las grandes águilas necesitan un poco de calor que provoque térmicas que les permitan iniciar su jornada cinegética y por tanto me lo tomé con tranquilidad. Hasta las 9 de la mañana lo único señalable es que el pollo del cantil levanto el vuelo y se posó en una rama sobre el mismo pino que ocupaba su hermano.



A las 9.30h un leve grito, como un tímido saludo, de uno de los pollos me alertó de la presencia de los dos adultos sobrevolando el cortado. Parecía como si hubieran estado descansando alejados y en cuanto empezaba a calentar la mañana se acercaban a comprobar que no había novedad con sus polluelos. Pasaron de largo dirección este.

Águila perdicera (Aquila fasciata), juvenil observa al adulto mientras prepara la pieza



En menos de 20 minutos regresó uno de los adultos, parecía la hembra por su considerable tamaño. Llevaba en una garra un gazapo, se posó a los pies del cantil sobre un esparto donde empezó a pelar el conejo (Oryctolagus cuniculus). Lo hacía con mucha tranquilidad, sin prisas y aparentaba picotear entre los pequeños jirones de pelos que arrancaba, deduje que llegó a comer medio conejo. Uno de sus hijos la observaba sin aparentar impaciencia desde lo alto, a unos 15 metros de distancia. De repente levantó el vuelo con las sobras en una garra. Lo siguiente no pude apreciarlo con claridad por la distancia y por los abundantes pinos de donde yo estaba que me cerraban el campo de visión a unos pocos grados. Deduje que después de levantarse, soltó los restos y uno de los jóvenes tuvo su esperado desayuno, pero no lo observé, solo pude oír otro breve chillido de los pollos que pensé de satisfación, me sonó muy diferente al anterior.

Águila perdicera (Aquila fasciata), hembra despedazando el conejo


Me sorprendió lo que siguió, la hembra remontó el vuelo, ganó altura y encadeno dos espectaculares picados seguidos de la consiguiente remontada, todo sin necesidad de aletear. Pensé que lo hizo por satisfacción de madre, por la rápida ceba y por la evidente salud de sus vástagos. Justo en ese momento atravesó la zona un azor (Accipiter gentilis) que no pareció temer a sus primas bastante mayores, supongo que pensó que si los pollos estaban un poco despistados podría llevarse un fácil desayuno.

Águila perdicera (Aquila fasciata), fotomontaje con la secuencia del picado después de la ceba.


Satisfecho me aleje de allí. Esta pareja es una de las pocas joyas naturales que nos van quedando, y demuestran su perfecta adaptación a estas tierras donde saben sacar casi todos los años un par de pollos. ¡Qué difícil lo tendrán estos jóvenes en cuanto se independicen! a su inexperiencia en la caza habrá que añadir los peligros en forma de electrocución, balsas trampa donde apagar su sed para después morir ahogadas, parques eólicos en forma de motíferas trampas en casi todas las sierras, cazadores desaprensivos celosos de "sus" conejos y venenos escondidos entre restos de pollo. Pero la mañana compartida con esta familia de perdiceras no la olvidare nunca


Mensaje de Rafa Muñoz en el FORO SVO Aves
Fotos de Rafa Muñoz, FONS FOTOGRÀFIC SVO.

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